¿Cómo estás? ¿Ya conociste a Jesús?, y los ángeles te recibieron. De seguro ahora das armonía en el paraíso celestial acompañado de coros y canticos con los más grandes como tú.
Hoy, en este día que acaba y a casi una semana de la tragedia, lo primero que hice al regresar de mis actividades diarias es saludarte, lo quise hacer antes pero no lo considere conveniente. Quizás el compartir mi pena o mis sentimientos ante la noticia de tu muerte no ameritaba que se publique ante todos, porque pensé que podía tomarse de otra manera, pero a pesar de los días que han pasado, ahora siento que es necesario hacerlo, tan necesario como visitarte donde tu cuerpo ahora permanece para el recuerdo de todos, perdóname por no acompañarte en tu ultimo adiós, tu más que nadie sabias que no podía, todo sucedió tan rápido que aún no lo creo.
Recuerdo como eras de niño, siempre con una mirada traviesa y una sonrisa de niño bueno y solidario, a lado de tus amigos y primos, a lado de tus tíos, a lado de tu madre, de tus seres queridos. Recuerdo como si fuera ayer cuando jugábamos carnavales con los chic@s de tu barrio y tantas veces a lado de San Jacinto Forastero en el mes de agosto, en donde nos aprovechábamos sanamente de la fiesta religiosa para seguir jugando a las escondidas o correteando por las calles aledañas a tu casa después de la procesión. Aún recuerdo también la última noche en tu casa, ya adolescentes, dejando un poco el tema de los carritos o de la pichanga por otro propio de nuestra edad, contando una que otra anécdota a nuestras cortas edades, pero conservando la amistad que lamentablemente, por cosas del destino nos alejo.
Me alegro mucho saber y me enorgulleció que en tu corto trayecto hiciste mucho artísticamente, me alegró saber que te iba tan bien, pero me hubiera gustado saberlo en otras circunstancias.
No te digo adiós porque presiento que estarás a mi lado, creo que no has muerto, pues vives en el corazón de tu familia y de todos aquellos al que le diste alegría con tus melodías.
¡Hasta siempre amigo Álvaro García Vílchez!
Hoy, en este día que acaba y a casi una semana de la tragedia, lo primero que hice al regresar de mis actividades diarias es saludarte, lo quise hacer antes pero no lo considere conveniente. Quizás el compartir mi pena o mis sentimientos ante la noticia de tu muerte no ameritaba que se publique ante todos, porque pensé que podía tomarse de otra manera, pero a pesar de los días que han pasado, ahora siento que es necesario hacerlo, tan necesario como visitarte donde tu cuerpo ahora permanece para el recuerdo de todos, perdóname por no acompañarte en tu ultimo adiós, tu más que nadie sabias que no podía, todo sucedió tan rápido que aún no lo creo.
